domingo, 12 de julio de 2009

La conquista del divorcio civilizado

La UPV ofrecerá el próximo curso el primer postgrado específico en divorcio y separación con el objetivo de formar profesionales capacitados para la mediación

Fomentar la cultura del divorcio civilizado es un concepto clave para atajar los efectos negativos de las separaciones conflictivas, tanto para cada uno de los miembros de la pareja rota como para los principales receptores del conflicto, que son los hijos. Es un objetivo que se marcó ya en sus inicios, hace cuatro años, el grupo Harremanak, integrado por un equipo de investigación de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco (UPV) y que el próximo curso planeará sobre el postgrado universitario específico en divorcio y separación, ofrecido por esta facultad, primero en su género, que nace con la intención de proporcionar conocimientos, técnicas y habilidades para trabajar con personas en trance de divorcio y separación.

Su directora, la profesora Sagrario Yarnoz, destaca que no existe en la universidad española ninguna otra oferta de postgrado tan específica como la que el 13 de octubre se pone en marcha en el campus de Ibaeta. Será una novedad universitaria que tendrá como prólogo de excepción, entre el 19 y el 21 de agosto, un curso de verano titulado ¿Qué podemos hacer ante el divorcio y la separación?.

Gestionar el conflicto

Es innegable que divorcio y conflicto se muestran como dos términos difícilmente separables. La cuestión que se plantean los profesores de la UPV es cómo gestionar ese conflicto para que no cause daño a la pareja y en particular a los hijos.
La dimensión de las separaciones problemáticas es cada vez mayor, y más preocupante por las violentas consecuencias que acarrea en no pocos casos.
El divorcio está aumentando de forma imparable en España desde su legalización en 1981. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2007, este país es el tercero de la Unión Europea, después de Portugal e Italia, donde la proporción de separaciones se ha incrementado más en la última década (casi un 40% desde 1996), a pesar de que se trata del estado de la UE donde la tendencia a la duración del matrimonio es mayor, con una media de 13,8 años. Y aunque Gipuzkoa es el territorio de la CAV con un porcentaje menor de rupturas traumáticas, el conflicto estalla en el 30% de las separaciones y divorcios.

«De mala manera»

Estamos ante un problema social importante y en aumento que, sin embargo, todavía sigue arrastrando los tabúes del pasado. Pero «el divorcio en sí no es el problema», explica la profesora Sagrario Yarnoz: «el verdadero problema es en qué condiciones se divorcian las personas». El drama es que «no existe una cultura de divorcio, y no la hay porque aún persiste la idea, para muchos, de 'quemar las naves' con la separación, es decir, que se divorcian de mala manera». Y esto ocurre, en su opinión, «porque en una separación todavía tiene demasiado peso la parte emocional».
Sin embargo, la mayoría de las parejas de que se separan son capaces de rehacer su vida a los dos años de la ruptura. «Es como un periodo de duelo en el que se pasa mal, pero poco a poco cada cual va rehaciendo su vida», explica la profesora. No obstante, aún persiste un tercio de los casos en los que la pareja sigue manteniendo una relación conflictiva tras la separación. «Y una mala relación está demostrado que hace daño tanto a la propia pareja como especialmente a los hijos, y no solamente cuando son pequeños, sino que a largo plazo tendrá efectos en su vida de adultos, particularmente en su forma de encarar las relaciones de pareja».

La cultura y el perdón

Frente a las situaciones conflictivas, los profesores de la UPV han estudiado los factores que influyen en los «divorcios civilizados» y las intervenciones que, desde el punto de vista psicológico se pueden desarrollar para prevenir los efectos negativos de las separaciones. Para ello han organizado grupos de trabajo con parejas en conflicto y, entre las conclusiones obtenidas, destacan la «influencia positiva del perdón en la adaptación al divorcio», aunque perdón no en el sentido religioso del término, sino entendido como la capacidad de «pasar página».
También se ha visto que las personas que tienen más hijos se sienten mejor tras el divorcio, lo mismo que las parejas más jóvenes o las que han estado menos tiempo casadas. El sentimiento de soledad, la obsesión por la ex pareja y la manera de relacionarse con los demás son factores que influyen igualmente en el nivel de bienestar psicológico tras la separación, lo mismo que influye la situación sociocultural de la pareja. «Hemos constatado también que las personas con mayor nivel cultural y de más sensibilidad se adaptan mejor a su nueva situación», explica la profesora de la UPV. «El perdón de los padres tiene mucho que ver con su capacidad para ejercer la coparentalidad, una cuestión básica para los niños».

Mediación creciente

Todos estos estudios que se han llevado a cabo permiten obtener un cúmulo de información que posteriormente será empleado para la planificación de intervenciones, tanto terapéuticas como preventivas con las parejas en conflicto y, fruto de esta experiencia, ha sido posible crear programas dirigidos a atemperar los sentimientos de enfado, dolor, culpa o deseos de venganza. En este terreno, la mediación adquiere un papel cada vez más destacado. «Hasta ahora no se ha dado tanta importancia a esta labor de mediación porque lo primero que se hacía era buscar un abogado, pero incluso los propios letrados actualmente están optando más por la mediación que por la confrontación, son conscientes de que nada se gana con divorcios de confrontación, porque cuanto más conflicto, más difícil es ejercer la labor de coparentalidad», señala Sagrario Yarnoz.

Formación

No es fácil trabajar con parejas que no han sido capaces de superar el trance de la separación y lo han convertido en un conflicto vital con los hijos de por medio. Las impactantes escenas que día a día se reflejan en los Puntos de Encuentro lo demuestran. Por eso es necesario que los profesionales que vayan a desarrollar su actividad laboral en el mundo de la separación y el divorcio estén perfectamente capacitados para afrontar estas situaciones de gran dureza y que conozcan no sólo los mecanismos psicológicos que anidan en una separación traumática, sino otros aspectos de tipo legal, educativo, médico o de asistencia social.
Como señala la profesora Sagrario Yarnoz, en las actuales circunstancias «hacen falta más Puntos de Encuentro, más profesionales y más formación de esos profesionales».

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