viernes, 17 de julio de 2009

Algo que nadie puede entender

«No se pueden generalizar las explicaciones» a este tipo de casos, dicen los psicólogos, que admiten que son «incomprensibles» para la mayoría

¿Qué puede pasar por la mente de un padre o una madre para cometer un olvido o un descuido de tanta gravedad? ¿Cómo es posible llevar a una muerte tan absurda al ser al que se ama por encima de todo? ¿Cómo puede ocurrir ahora, en un momento en que los menores están más sobreprotegidos que nunca? Son cuestiones sin respuesta desde la racionalidad. Nadie lo entiende. Si aún así se buscan explicaciones, las hipótesis que se despliegan llevan a lugares aparentemente comunes: el estrés, el diabólico ritmo diario, el hecho de que los niños formen cada vez menos parte de la realidad cotidiana de los padres, un fortuito descuido fatal.
La psicóloga clínica Araceli Medrano admite que casos como el ocurrido ayer en Leioa «son imposibles de entender desde la lógica de la afectividad, de las emociones» y que eso lleva a extender un abanico de teorías que, a su juicio, son erróneas por «generalizar» en exceso. El estrés, por ejemplo, se ha asumido como mal común en cualquier ámbito laboral, pero los accidentes como el de ayer son afortunadamente infrecuentes, «aislados», dice Medrano. Tampoco los descuidos trágicos son habituales, a pesar del ritmo diario al que está sometido un buen porcentaje de la población.
«Una vida super estresante», afirma Medrano, «nos puede llevar a cometer lapsus, actos fallidos, a pasar cosas por alto, o nos puede provocar pesadillas, pero esto va más allá», apunta. A la psicóloga le cuesta creer que detrás de este tipo de casos -se han registrado cuatro en los últimos dos años en España, tres de ellos de idénticas características- no haya cuadros latentes o ya explícitos de algún tipo de «trastorno psicológico». «Por supuesto», agrega de inmediato, para emitir una opinión sobre el terrible accidente de ayer en Vizcaya habría que conocer «muchos más detalles de los que se pueden saber ahora», en especial, en lo referente al ritmo de vida de la madre, su situación psicológica, es decir, «qué momento estaba viviendo». «El estrés, si llamamos así a las situaciones que nos sobrepasan, puede ser un elemento desencadenante importante, nos puede llevar a cometer actos de tipo anormal, pero no puede explicarlo todo por sí solo», afirma la experta. «Lo importante -agrega- es no prejuzgar».
El duelo más difícil
De lo que no cabe duda, agrega la psicóloga, es de que la madre y su familia atraviesa ahora el «duelo más difícil», el más duro, el que soporta cualquier progenitor cuando muere uno de sus vástagos, quizá el dolor más profundo que pueda sentirse.
En este caso, además, se agrega a esa angustia un sentimiento de culpa y responsabilidad que «la madre deberá elaborar y afrontar, posiblemente con la ayuda de profesionales del ámbito de la psicología y la psiquiatría». Superarlo no es fácil y la probabilidad de que su vida quede marcada para siempre es de pura lógica.

«El estrés puede hacer que tengamos lapsus, pero no explica por sí solo algo así»

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