María del Carmen Herrera Gallardo imparte clases de inglés y psicología a sus estudiantes, pero la instrucción más valiosa que les ofrece es la de no dejarse vencer por los obstáculos en la vida. Ella es el mejor ejemplo, ya que es ciega de nacimiento.
“Admiro su entusiasmo y valentía, porque nunca se da por vencida”, expuso Linmer Ramírez, estudiante del 5o. Bachillerato del liceo El Progreso, donde Gallardo imparte clases desde hace dos años.
“A diario viene a trabajar como si fuera el primer día. Es la primera en llegar; y cuando sale, se va sola, sin temor a ser atropellada o rechazada en la calle”, agregó Ramírez.
Óscar Chilín, del mismo grado, considera que verla trabajar con el empeño que pone, les demuestra a todos que no hay barreras para desarrollarse. “Nos dice que nunca nos demos por vencidos”, manifestó.
Gallardo no se cansa de recomendarle a sus estudiantes que no caigan en las drogas y actos reñidos con la ley.
Lejos de debilitarla, ser no vidente la ha fortalecido, pues no se victimiza ni busca compasión por su situación. “La ceguera la asume como un privilegio otorgado por Dios”, resaltó Ana del Águila, madre de familia, quien la considera la maestra idónea para atender a los adolescentes y a padres de familia, pues a varios les ha ayudado a resolver problemas con sus hijos.
“Es cierto, muchos progenitores me han buscado porque no pueden controlar a sus hijos, y yo los atiendo sin cobrarles un centavo”, refiere la educadora.
En cuanto a los jóvenes, éstos se le aproximan cuando necesitan consejos o tienen dudas sobre drogas, sexo durante el noviazgo, problemas familiares, sentimientos de suicidio. “Siento que me he ganado su confianza. Aun a quienes no conozco, me buscan, quizás, porque les da confianza saber que no puedo ver sus rostros”, añadió.
Contó que para dar clases, investiga sobre el tema a impartir. Un familiar le dicta el texto y ella hace apuntes en sistema Braille, los que en el aula dicta a los estudiantes. “Para los exámenes, mis compañeros me ayudan a controlar que nadie copie”, dijo.
Mynor Caal, director del establecimiento, contó que ella fue una estudiante destacada de ese liceo; por ello, cuando pidió trabajo como maestra, no dudó en contratarla.
“Tuvimos miedo de que no fuera aceptada por los papás, pero se los ha ganado”, añadió.
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