En tiempos de crisis económica el fenómeno de las prejubilaciones vuelve a situarse en un primer plano. La tendencia a resolver las dificultades por las que atraviesan algunas empresas mediante el redimensionamiento de su plantilla se agudiza y generaliza. Sin embargo, para el colectivo de trabajadores de edad avanzada no se trata de un problema nuevo. Desde hace ya más de dos décadas, el número de trabajadores que se han visto envueltos en procesos de prejubilación se ha incrementado paulatinamente. A pesar de que la mayoría de ellos se encuentra con un nivel de capacitación adecuado para continuar en su actividad laboral, la idea de algunos gestores de que los trabajadores mayores –entre 50 y 64 años- son recursos humanos "caros", "técnicamente desfasados" y en definitiva "poco rentables" hace que éstos sean los primeros afectados por planes de prejubilación, expedientes de regulación de empleo o despidos masivos.
Una vez fuera de la organización, las perspectivas de reincorporación de estos trabajadores a la vida laboral se ven –por diversas razones, entre las cuales habría que citar prejuicios sociales asociados a la edad- ciertamente reducidas. Todo ello supone numerosos retos para las personas afectadas, ya desde el inicio de la salida organizacional hasta la fase de adaptación al retiro. Entre otras, en el proceso de transición a la vida post-laboral se llevan a cabo consideraciones sobre la voluntariedad o no de la salida organizacional, la justicia del procedimiento de salida laboral, la re-estructuración del uso del tiempo, la re-construcción de la propia identidad o las repercusiones personales, familiares y relacionales del cese de la vida laboral.
Diversas investigaciones han mostrado que los aspectos sociodemográficos tienen una relevancia notable con respecto a la motivación hacia el retiro y la posterior satisfacción con la vida post-laboral (Crego y Alcover, 2008; Crego, Alcover, y Martínez, 2008; Madrid y Garcés de los Fayos, 2000). La prejubilación, lejos de ser un fenómeno homogéneo, es experimentada de diversa manera entre hombres y mujeres, trabajadores con mayor o menor nivel formativo, directivos y trabajadores no cualificados, trabajadores con distinta edad en el momento del retiro, o entre trabajadores con diferente número de personas dependientes económicamente.
Fernández, Crego, y Alcover (2008), miembros del equipo INPSITRO de la Universidad Rey Juan Carlos, han publicado recientemente un estudio que tiene como objetivo explorar las relaciones entre las características sociodemográficas de una muestra de prejubilados y sus valoraciones de la experiencia de retiro laboral temprano. La muestra estaba compuesta por 638 prejubilados con una edad media de prejubilación de 53,89 años, incluyendo personas prejubiladas por debajo de los 50 años.
Los resultados obtenidos indican, en primer lugar, que las mujeres presentan una motivación más positiva hacia el retiro que los hombres y que valoran más como elemento de satisfacción la mayor libertad y control de sus actividades en la vida post-laboral. En su caso, los hombres manifiestan haber experimentado mayores presiones organizacionales y estrés laboral durante el proceso de salida organizacional.
En segundo lugar, los prejubilados con estudios superiores presentan una motivación más favorable hacia el retiro y una mejor planificación de la vida post-laboral que los trabajadores con un nivel de estudios menor. Estos últimos apuntan más problemas de salud y presiones organizacionales como elementos implicados en su decisión de salida.
En tercer lugar, los prejubilados con una alta cualificación profesional mantienen mayores niveles de satisfacción con el retiro que los trabajadores con una escasa cualificación. Concretamente, manifiestan una mayor satisfacción en relación a aspectos familiares y personales como -por ejemplo- su matrimonio o su relación con otros miembros de la familia.
Por último, las cargas económicas familiares suponen un elemento diferenciador en el modo de experimentar la salida laboral y la posterior adaptación en la vida post-laboral. Los trabajadores con elevadas cargas familiares, se han sentido más presionados y aluden más a problemas de salud como elementos motivacionales de la salida laboral que los trabajadores que no tienen cargas familiares. Los trabajadores sin cargas familiares tienen la posibilidad de sostener más fácilmente el estilo de vida previo al retiro, mientras que aquellos trabajadores con excesivas cargas familiares ven en la prejubilación una disminución de ingresos, lo que dificulta el mantenimiento de los niveles de vida de los familiares.
En definitiva, este estudio pone de manifiesto que la prejubilación es una experiencia heterogénea tanto en la forma de salida organizacional como en la posterior adaptación a la vida post-laboral. Es necesario por tanto contextualizar las diferencias interpersonales existentes en los procesos de prejubilación, y en esta tarea las características sociodemográficas de los trabajadores parecen jugar un papel relevante tanto en la motivación hacia el retiro temprano como en el posterior ajuste a la vida post-laboral. En la medida en que el ex-trabajador logra reestructurar su tiempo, actividades, relaciones familiares y sociales, estilo de vida y su identidad personal y social en el retiro en línea con lo que era su vida anterior a la salida laboral, la adaptación será más favorable. Ahora bien, cuando estos trabajadores vivencian la transición al retiro de una forma abrupta y perciben una ruptura en aspectos centrales de su vida, las consecuencias que aparecerán serán claramente negativas.
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