A la hora de comprar un automóvil, hay quien atribuye la elección de uno u otro color a motivaciones prácticas –que no se vea mucho la suciedad- o estéticas –el color de moda-, pero lo cierto es, aseguran los expertos, que responde a nuestra manera de ser, de vivir y de entender la vida.
Algunos expertos afirman que es nuestra personalidad y la imagen que de ella queremos trasladar al exterior mientras conducimos la que decide por nosotros el color de nuestro vehículo, casi como si de un traje con ruedas se tratara. De hecho, igual que hay un traje que para nosotros opera de auténtico “escaparate” de nuestra personalidad, el coche ejerce de “escaparate” rodante. Ésta fue una de las conclusiones puesta recientemente de relieve por la Federación de Asociaciones de Concesionarios de Automóviles de España.
Conviene aclarar, eso sí, que aunque este factor que podríamos definir como “personal” interviene de forma importante, la decisión final responde a un compendio formado además por otros como el estatus social, el uso que se le va a dar al automóvil, la edad del conductor, etc.
Las tendencias en lo que a color se refiere son tan esclarecedoras como el hecho de que los coches de marcas de alta gama como Mercedes, Jaguar o Bentley, de líneas elegantes pero marcadamente clásicas, circulan por nuestras carreteras mayoritariamente en colores oscuros, grises y negros. Esto es porque responden a un patrón de personalidad que busca la sobriedad, la elegancia, la seriedad y, porqué no decirlo, también un toque de distinción y clase.
Por el contrario, los automóviles de conducción y líneas más agresivas y deportivas suelen ser escogidos en colores vivos y agresivos como el rojo, el amarillo, el azul eléctrico… Los optimistas gustan de colores metalizados y brillantes, pero sin caer en la extravagancia del exceso a la hora de llamar la atención. En definitiva, hay un color de coche prácticamente para cada persona.
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