No puede negarse que la implantación del carnet por puntos se está revelando como una medida eficaz para la concienciación y la reducción de los comportamientos imprudentes al volante y, en consecuencia, para la disminución de los accidentes de tráfico. Sin embargo, es cierto que existe un subgrupo de personas en cierto sentido impermeables a dichas medidas, bien porque siguen cometiendo imprudencias mientras conducen (beber alcohol, consumo de sustancias, etc.), pero también en los últimos años se ha abierto una nueva línea de investigación y trabajo en Psicología denominada "road rage", es decir, conductores agresivos. Habitualmente, suelen ser personas normales en su vida cotidiana, pero que, cuando conducen, ante el mínimo contratiempo o afrenta percibida (p. ej., atascos, adelantamientos, etc.) se enciende en ellos la chispa de la ira que puede desembocar en un patrón disfuncional de expresión de la misma, ya sea de manera externa (bajar la ventanilla y gritar al conductor de otro coche, insultar, realizar gestos obscenos con las manos, acercarse excesivamente al "supuesto provocador" no manteniendo la distancia de seguridad, etc.) o interna (pensamiento recurrente sobre el agravio o incidente sufrido que mantiene la activación fisiológica de la emoción de ira y puede suponer pequeños despistes que pueden poner en peligro a otros conductores o peatones).
No obstante, ¿por qué una persona está silvando su canción favorita en un atasco y otra está haciendo aspavientos con los brazos, gritando y pitando? ¿por qué unas personas dejan que nos incorporemos a la carretera y otras aceleran para ser capaces de pasar antes que nosotros? Según los últimos hallazgos empíricos, ciertos conductores presentan un patrón de ira disfuncional, que se caracteriza por la activación de los esquemas cognitivos propios de dicha emoción (ha ocurrido algo que no debería o que no merecen, habitualmente alguien lo ha provocado de forma intencionada, por lo que sería necesario castigar o dar una lección al culpable). Este patrón de pensamiento podría facilitar la aparición de determinadas conductas durante la conducción que podrían poner en peligro no sólo la propia seguridad, sino también la de otros coches y/o peatones.
A este respecto, tal y como se recoge en El País, Xosé Antón Gómez Fraguela, profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad de Santiago de Compostela, ha defendido durante la celebración del Congreso Español de Criminología la importancia de desarrollar programas de intervención psicológica de carácter individualizado para estas personas. Estos programas de tratamiento serían complementarios al Programa INTRAS, elaborado por el Instituto de Seguridad de Valencia par reeducar a aquellos conductores que han perdido puntos del carnet y desean recuperarlo para poder volver a conducir. En relación a ello, el COP Galicia ha firmado un convenio con distintas entidades que realizan los test psicotécnicos para desarrollar una investigación sobre los diferentes perfiles del conductor peligroso que fundamenten empíricamente el diseño de diferentes intervenciónes de carácter sistematizado e individualizado que, quizá en un futuro, podrían interesar a la DGT.
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