La fobia social es el tercer trastorno psicológico con mayores tasas de prevalencia, tras la depresión mayor y la dependencia del consumo de alcohol. Se trata de un problema de salud pública grave tanto por su prevalencia como por su elevada comorbilidad e interferencia en el desarrollo individual, social y laboral, que requiere investigación y tratamiento psicológico. Con este fin el equipo de investigación que dirige el profesor José Olivares diseñó el Programa IAFS (Programa para la Intervención en Adolescentes con Fobia Social; Olivares, 2005; Olivares y García-López, 1998), el cual ha mostrado reiteradamente su eficacia en el tratamiento de niños y adolescentes españoles con fobia social generalizada. Sin embargo, como ya se sabe, ello no resulta suficiente para dar por concluido el proceso de construcción de un tratamiento, pues, entre otras muchas cuestiones, se requiere profundizar en el conocimiento de las variables mediadoras y moderadoras del cambio terapéutico.
El trabajo al que se hace referencia tuvo como objetivo aportar evidencia respecto del papel de la transmisión de información cualificada, específica y relativa a la ansiedad en general y a la ansiedad social en particular, frente al tratamiento psicológico estructurado y sistemático, dentro del Programa para la Detección Temprana e Intervención en Sujetos Adolescentes con Fobia Social, en el contexto comunitario que se desarrolla en marco de la Unidad de Terapia de Conducta (UTECO) del Servicio de Psicología Aplicada (SEPA) de la Universidad de Murcia.
Los resultados mostraron que los adolescentes que recibieron tratamiento psicológico estructurado y sistemático alcanzaron excelentes resultados en las medidas generales de la ansiedad y en la evitación social, en los correlatos de éstas (asertividad, autoestima, habilidades sociales y adaptación) y en los indicadores de eficacia clínica, frente a los que sólo recibieron transmisión de información cualificada o ningún tratamiento. Pese a que también se constató la eficacia de la transmisión de información en la mejora de la autoestima en las medidas postest, los resultados a largo plazo muestran que las ganancias en autoestima de los participantes del grupo de "transmisión de información" se pierden, mientras que los logros alcanzados en el postest por los integrantes del grupo de tratamiento psicológico (IAFS) no sólo se mantienen, sino que siguen mejorando en las medidas de seguimiento a los 12 meses de terminado el tratamiento.
Estos datos son coherentes con los obtenidos previamente por estos investigadores y pueden explicarse argumentando que, en aquellos participantes que han recibido tratamiento, una vez adquiridas las herramientas y estrategias entrenadas, los adolescentes progresarían con el paso del tiempo tanto en el dominio de su destreza para la aplicación de lo aprendido como en el rango de situaciones sociales en las que lo aplican. En cambio, esto no ocurriría en los integrantes de las condiciones "transmisión de información" y "lista de espera". Por lo tanto, la transmisión de información, aun en el mejor de los casos, es decir cuando se presenta estructurada y es cualificada, no parece suficiente para producir cambios significativos en los adolescentes que presentan fobia social generalizada; es más, sus efectos no difieren de los cambios presentados por los participantes que no reciben ningún tratamiento (grupo control lista de espera), a excepción de la autoestima a corto plazo.
Estos resultados cuestionan el papel de las charlas y otras modalidades de transmisión de información destinadas a ayudar a los adolescentes con este trastorno. La buena voluntad no es suficiente para reducir/eliminar un trastorno de la conducta. Es preciso entrenar en el dominio de las habilidades y destrezas necesarias para afrontar con mayor probabilidad de éxito las situaciones sociales temidas.
Así mismo, es conveniente recordar que estos resultados sólo son interpretables en el contexto de la detección e intervención temprana, es decir, cuando tanto la consolidación como la generalización del trastorno, su "cronicidad", todavía permite abordar su tratamiento (reducción/eliminación) con intervenciones "menos costosas".
Hace 6 años
Pues creo que es cuestión de trabajar a tope con el adolescente la asertividad, la autoestima, las habilidades sociales, así como los pensamientos distorsionados. Si el psicólogo es un buen profesional y el adolescente quiere con firmeza salir de esa situación, probablemente se aminorara mucho esa fobia social, hasta incluso desaparecer.
ResponderEliminarLa prevencion y una detección temprana de la fobia social, son indispensables para afrontar este problema con grandes posibilidades de éxito.
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