Esther Calvete y Ana Estévez - Universidad de Deusto
El consumo de drogas es un fenómeno relacionado con el desarrollo, que aumenta casi linealmente desde el comienzo hasta el final de la adolescencia. En el caso del alcohol o el tabaco, las tasas de consumo entre adolescentes llegan al 82% y 60%, respectivamente, según la encuesta escolar del Plan Nacional sobre Drogas (2005).
Este origen temprano del problema hace importante la identificación de los factores de riesgo implicados con el fin de establecer estrategias preventivas. El objetivo de este estudio fue evaluar el papel que el estrés y algunos estilos cognitivos ejercen en el consumo de drogas en la adolescencia.
El estrés es un reconocido factor de riesgo para las conductas adictivas y durante la adolescencia tiene lugar un intenso aumento de acontecimientos estresantes. Las presiones académicas, la imagen corporal, el desarrollo de la identidad sexual, el logro de una creciente autonomía con respecto a progenitores, la aceptación por parte del grupo, etc., constituyen, sin duda, fuentes potenciales de estrés en la adolescencia. Como consecuencia, a menudo se experimenta depresión y otras dificultades emocionales. Esto ha llevado a sugerir que el consumo de drogas podría representar un intento disfuncional de manejo de estas dificultades de adaptación.
Por otro lado, desde el modelo de la Terapia Cognitiva se ha propuesto que determinados estilos cognitivos, solos o combinados con los acontecimientos estresantes, actuarían como factores de riesgo para el desarrollo de problemas psicológicos. En el caso de las conductas que implican una ruptura de normas, como ocurre en el consumo de drogas, se ha resaltado el papel de esquemas cognitivos relacionados tanto con la dificultad para ejercer el autocontrol como con sesgos en la visión del sí mismo.
En este estudio evaluamos el papel que desempeñaban dos esquemas cognitivos cuando los adolescentes se enfrentaban a circunstancias estresantes: Grandiosidad y Autocontrol Insuficiente. El esquema de Grandiosidad se refiere a la creencia de que uno es superior a otras personas y, por ello, merecedor de derechos y privilegios especiales. Se asocia con la incapacidad para aceptar los límites reales de la vida. Las personas con este esquema se sienten especiales e insisten en que tienen que hacer, decir o tener todo lo que quieren inmediatamente. En definitiva, coincidirían con los adolescentes que Urra (2006) ha descrito como exigentes, que reclaman, demandan y piden de todo pero que no soportan un "no". El segundo esquema, Autocontrol Insuficiente, está muy relacionado con el anterior e implica la creencia de que uno carece de autocontrol para lograr los objetivos personales o para controlar la excesiva expresión de los impulsos.
En este trabajo medimos en una muestra de 657 adolescentes, estudiantes de bachillerato, los acontecimientos estresantes que les habían sucedido recientemente, los mencionados esquemas y el consumo de drogas. Los resultados, tal y como se esperaba, mostraron que el número de estresores experimentado es un factor asociado al consumo de drogas en la adolescencia. Asimismo, los esquemas cognitivos consistentes en creencias de grandiosidad y autocontrol insuficiente se asociaron significativamente al consumo. Los mencionados esquemas reflejan en definitiva un estilo cognitivo consistente en la falta de límites para los deseos personales junto con una intolerancia a la frustración que pudiera derivarse del no cumplimiento de dichos deseos. Es importante resaltar que este estilo ha sido identificado por expertos, profesionales y sociedad en general como cada vez más frecuente entre adolescentes de nuestra cultura. Es además un estilo resultante en buena medida de pautas cada vez más permisivas de crianza, las cuales fallan en el establecimiento de límites y disciplina adecuados. Estos resultados tienen, por tanto, implicaciones para la intervención en las adicciones, y sugieren que las acciones formativas dirigidas a padres y madres, que resalten la importancia del establecimiento de límites y el desarrollo de la tolerancia a la frustración, pueden contribuir positivamente a la prevención primaria de conductas adictivas.
En el estudio también se examinan las diferencias de género en consumo y en los esquemas cognitivos. Los resultados están en la línea de otros estudios que encuentran que en general los adolescentes consumen más que las chicas. La excepción es el consumo de tabaco, que es más elevado entre las chicas.
Es interesante resaltar que en este y otros trabajos con adolescentes, los chicos muestran en mayor medida estilos cognitivos de grandiosidad e intolerancia a la frustración. Estos estilos podrían contribuir a las diferencias de género en problemas externalizantes tales como el consumo de drogas, del mismo modo que se ha encontrado que las chicas presentan estilos cognitivos (p. ej., desesperanza, necesidad de aceptación), que les hacen más vulnerables a la depresión. Es decir, los estilos cognitivos que desarrollan chicos y chicas en nuestra sociedad pueden ser diferentes y estar contribuyendo a las diferencias de género en problemas psicológicos.
En conclusión, este trabajo muestra el papel que los procesos de adaptación a las circunstancias estresantes puede desempeñar en el consumo de drogas en la adolescencia y nos alerta sobre la importancia de estilos cognitivos caracterizados por la falta de límites, la intolerancia a la frustración y la creencia de que uno/a debería obtener siempre lo que desea. Padres, madres y profesionales tienen una responsabilidad en la prevención del desarrollo de estos estilos cognitivos de riesgo.
Sobre las autoras:
Esther Calvete es profesora de psicología en la Universidad de Deusto. Dirige un equipo de investigación centrado en aplicaciones del modelo de la Terapia Cognitiva en problemas tales como la violencia, depresión y maltrato.
Ana Estévez es Doctora en Psicología y Máster en Psicología Clínica y de la Salud. Profesora de la Universidad de Deusto, sus intereses de investigación están relacionados, sobre todo, con problemas psicológicos tales como depresión, ansiedad, juego patológico y violencia.
Hace 6 años
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