El abuso y dependencia de alcohol es la drogodependencia más prevalente en nuestro medio. Requiere un tratamiento complejo, dinámico y largo, que debe incluir fases de desintoxicación, deshabituación, mantenimiento de la abstinencia (con especial atención a la prevención de recaídas) y recuperación y reinserción social.
Como enfermedad crónica con recuperación no siempre completa ni duradera, la prevención de recaídas en el alcoholismo (PR), definida como "el proceso de iniciar y mantener la abstinencia de alcohol o de otra sustancia, acompañado de modificaciones intra e interpersonales" (Daley y Marlatt, 199"), se convierte en fundamental. Supone un programa de autocontrol, diseñado para ayudar a los individuos a anticipar y afrontar los problemas de recaída, basado en principios de la Psicología de la salud y en la Teoría Social Cognoscitiva de Bandura, combinando el entrenamiento en habilidades, la terapia cognitiva y el reequilibrio del estilo de vida.
La terapia de grupo, en la cual un conjunto de personas con una misma patología o con unas características comunes susceptibles de tratamiento son seleccionadas y reunidas en un grupo dirigido por un terapeuta con objeto de que se presten ayuda mutua, se ha utilizado ampliamente en el tratamiento del alcoholismo. Permite aceptar y entender la enfermedad, dar herramientas para la autonomía del paciente y preparar al individuo para situaciones de riesgo, al tiempo que aumenta la motivación para la abstinencia, disminuye la tendencia a la negación y da respuesta a la necesidad de adaptación social. Numerosos artículos defienden la eficacia de la terapia de grupo en alcohólicos, bien en forma de grupo de discusión, de orientación psicodinámica, cognitivo-conductual, o bien interaccional. Sin embargo, resulta muy difícil evaluar la eficacia de los procesos de terapia de grupo, así como comparar entre esta técnica y la terapia individual.
Se presentan aquí los resultados de un estudio descriptivo longitudinal prospectivo con grupo control que se realizó sobre una muestra de pacientes con diagnóstico de abuso o dependencia a alcohol, con y sin comorbilidad psiquiátrica y tratamiento psicofarmacológico. Se establecieron dos grupos de comparación, uno con tratamiento habitual en su Unidad de Salud Mental (USM) mediante visitas programadas con su psiquiatra y otro grupo de terapia que además acudió al grupo de prevención de recaídas, asignando los pacientes a ambos grupos de forma aleatoria. El estudio se llevó a cabo en el medio ambulatorio (pacientes no hospitalizados abstinentes por lo menos desde 1 mes antes), en las instalaciones de la USM, siendo un grupo cerrado (los participantes se definieron al comienzo de la terapia y no se modificaron hasta que ésta terminó, salvo por abandono) y heterogéneo (con diferencias tanto clínicas como sociodemográficas entre sus miembros). Al inicio de la primera sesión los pacientes firmaron un contrato terapéutico de normas de funcionamiento del grupo. Las 7 sesiones de 90 minutos de duración se llevaron a cabo cada 15 días durante un periodo de tres meses. Estuvieron dirigidas por un terapeuta y dos coterapeutas (psiquiatra, psicóloga y residente de psiquiatría). Antes de cada sesión se realizaba un test de alcoholemia en aire espirado; si era positivo, el paciente no podía acudir a esa sesión ni a la siguiente. Tras la sesión, se realizaba una sesión de terapia de relajación dirigida por la enfermera de Salud Mental del centro.
Durante los meses que duró la terapia grupal, de los 14 miembros (10 hombres y 4 mujeres) incluidos en el grupo de prevención de recaídas del estudio, 9 (64,3%) mantuvieron una abstinencia total en el consumo de alcohol, 4 (28,6%) tuvo alguna recidiva sin llegar a la recaída, y únicamente una paciente (7,1%) abandonó el grupo por recaída completa. En el grupo control (con sólo visitas programadas en su USM), sólo el 50% consiguieron mantener una abstinencia completa, el 20% tuvieron alguna recidiva y el 30% alguna recaída. Si bien las diferencias en el postratamiento no fueron estadísticamente significativas, en el seguimiento a 12 meses, sí se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos en cuanto a tasas de abstinencia y recaída. En concreto, en el grupo de terapia, el 64,3% se mantenía abstinente al cabo del año, el 21,4% tuvo alguna recidiva y el 14,3% recayó en el consumo frente al grupo control, donde sólo el 10% mantuvo la abstinencia durante los 12 meses, el 30% tuvo alguna recidiva y el 60% recayó.
El esquema de terapia grupal para prevención de recaídas en el alcoholismo que se plantea es aplicable en el propio centro de salud, dirigido por cualquier miembro del equipo de salud mental (psiquiatra, psicólogo, enfermera). La eficiencia es evidente, al atender un terapeuta en un tiempo determinado (90 minutos) a varios pacientes, rentabilizando los espacios terapéuticos. El 64,3% de abstinencia obtenido en el grupo de prevención de recaídas puede traducirse en una considerable disminución de las complicaciones médicas, bajas laborales, accidentes, descompensaciones de la patología de base, etc., lo cual supone a su vez una notable mejora en la calidad de vida para estos pacientes y una reducción importante de los gastos sanitarios derivados. Es más, parece que la eficacia de la terapia grupal tiende a perdurar en el tiempo, ya que en el seguimiento al año de los pacientes sometidos a este tipo de intervención se observó una mayor tasa de abstinencia y menor tasa de recaída que en el grupo control.
Sobre los autores:
Pilar Calvo Estopiñan. Psiquiatra. Trabaja en el CSM de Tudela (perteneciente al Hospital Reina Sofía de Navarra). Su área de interés es todos aquello relacionado con las drogodependencias.
Alfonso Pérez-Poza. Psiquiatra, psicólogo y médico de familia. Experto en adicciones. Profesor Asociado de psiquiatría de la Universidad de Zaragoza. Terapeuta familiar y de pareja. Colaborador docente en la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar y en el Master de Terapia Familiar organizado por la Escuela Universitaria de Estudios Sociales de la Universidad de Zaragoza. Trabaja en USM Fuentes Norte del Hospital Miguel Servet de Zaragoza.
Mª del Pilar Sacristán Martín. Psicóloga Clínica. F.E.A. en Psicología Clínica del Servicio Aragonés de la Salud. Actualmente trabaja en USM Fuentes Norte de Zaragoza, con formación especializada en drogodependencias. Formadora de FOCUSS (Formación Organizada en Competencias en el Sistema de Salud) en el Programa "Prevención de Recaídas en el Alcoholismo. Terapia de Grupo", organizado por el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud.
Cristina Paricio García. Técnico Especialista en Laboratorio. Trabaja como enfermera de salud mental y de psiquiatría desde el año 1992. Participación como formadora en programas organizados por el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, FOCUSS: "Prevención de Recaídas en el Alcoholismo. Terapia de Grupo"
Manuel Corbera Almajano. Es especialista en psiquiatría y terapeuta familiar y de pareja. Colaborador docente en la Escuela Vasco-Navarra de Terapia Familiar y en el Master de Terapia Familiar organizado por la Escuela Universitaria de Estudios Sociales de la Universidad de Zaragoza. Trabaja en la USM Fuentes Norte del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. Sus áreas de interés son psicogeratría y drogodependencias.
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